Ya está aquí el mes de septiembre, y con su llegada el final de las vacaciones para muchos. Pero el regreso de septiembre no sólo trae consigo el fin de las vacaciones, también es sinónimo de vuelta a la rutina, al cole, a los nuevos propósitos…y es que el noveno mes parece que marca el inicio del año, mucho más que enero.

Llegamos de las vacaciones y nos incorporamos a nuestro día a día, a nuestra realidad: el despertador, los problemas en el trabajo, los atascos, el cuidado de los niños/as, las tareas del hogar…

Seguro que habrás oído hablar de la película Inside Out (Del Revés). 

La película de Pixar narra la historia de Riley y sus emociones. La niña a los 11 años tiene que abandonar su escuela, amigos/as y su equipo de hockey en Minessota para mudarse a San Francisco por motivos de trabajo de su padre. Este cambio hace que en la “sala de control” de su cerebro se produzca un caos. En esta “sala de control” se encuentran sus 6 emociones básicas, emociones que controlan la vida de Raily: Asco, Miedo, Alegría, Tristeza e Ira. 

El cambio de ciudad produce una desactivación de las “islas de la personalidad” de Raily. Alegría y tristeza son expulsadas accidentalmente del control, terminando en la memoria largo plazo de la niña. Hasta su vuelta, son Asco, Miedo, e Ira las encargadas de controlar a Raily.

Inside Out (Del Revés), explica de manera original y con humor cómo funcionan nuestras emociones y algunos aspectos de nuestro cerebro como son los sueños, el subconsciente, el pensamiento…

La película nos hace entrar en nuestro cerebro, centrándose en las emociones, pero… ¿sabemos qué son las emociones?

¿Cómo se nota que ya ha llegado el verano ¿verdad?, los días son más grandes, el sol hace por fin su presencia y aparecen en nuestras vidas las ansiadas vacaciones.

Esas vacaciones que llevamos esperando durante todo el año para irnos a la playa, ponernos morenos, estar con los amigos, no tener horarios, conocer sitios nuevos… pero sobre todo para desconectar. Sí, desconectar de la rutina, del día a día, de la agenda, de los pendientes… ¿pero somos capaces de desconectar “al completo” de ese día a día?

Seguro que en más de una ocasión estando en la tumbona, tomándonos algo o dando un paseo, se nos ha venido a la cabeza los pendientes que hemos dejado en el trabajo, si todo estará saliendo bien, o simplemente, revisando las notificaciones que nos llegan al móvil.

Desconectar, algo que parece tan sencillo pero que nos cuesta un mundo. Diversos estudios señalan que el 62% de los /as españoles necesitan al menos una semana o incluso hasta 15 días, para desconectar y olvidarse de las responsabilidades laborales. También marcan que son las mujeres y las personas con un alto nivel académico a los que más les cuesta desconectar.