En la era digital, los algoritmos se han convertido en protagonistas invisibles que dirigen gran parte de nuestra experiencia diaria. Desde las redes sociales hasta las plataformas de comercio electrónico, estas complejas fórmulas matemáticas determinan qué vemos, qué compramos e incluso cómo nos sentimos. Pero ¿qué es exactamente un algoritmo, y cómo impacta en nuestra vida y sociedad?

 

¿Qué es un algoritmo?

Un algoritmo es un conjunto de instrucciones o reglas diseñadas para realizar una tarea específica o resolver un problema. Estos procedimientos pueden aplicarse en matemáticas, programación y diversas disciplinas. Por ejemplo, una receta de cocina es un algoritmo en la vida cotidiana: una secuencia ordenada de pasos que lleva a preparar un plato.

En el mundo digital, un ejemplo de algoritmo es el de Google, que clasifica millones de páginas web para mostrar los resultados más relevantes a nuestras búsquedas. Este algoritmo analiza factores como palabras clave, enlaces externos (backlinks) y la estructura de las páginas para ofrecer una respuesta precisa.

 

¿Para qué sirve el algoritmo?

En términos generales, un algoritmo es una herramienta diseñada para resolver problemas de manera eficiente y automatizada. En tecnología son fundamentales para procesar grandes volúmenes de datos y generar resultados en segundos. Sirven para optimizar procesos, predecir tendencias y personalizar experiencias, entre otras aplicaciones.

Por ejemplo, Netflix utiliza algoritmos para recomendar contenido a sus usuarios. Analizan las películas y series que hemos visto, junto con las preferencias de personas con gustos similares, para sugerir nuevas opciones. Esto puede resultar útil porque nos facilita la toma de decisiones en momentos puntuales en los que buscamos una respuesta fácil y rápida, por lo que seguir consumiendo algo que sigue el mismo patrón que otra cosa que ya nos ha gustado tiene muchas posibilidades de que vuelva a ser así.

 

¿Cómo afectan los algoritmos a nuestra vida?

No obstante, los algoritmos también afectan nuestra vida de maneras profundas y, a menudo, sutiles. Por un lado, facilitan tareas diarias y personalizan nuestras experiencias, como recomendaciones de música en Spotify o rutas en Google Maps. Sin embargo, también tienen un lado oscuro: la llamada “tiranía del algoritmo”.

Las redes sociales, por ejemplo, priorizan contenido que genera más interacciones, lo que puede llevarnos a burbujas de información o a consumir contenido polarizador. Es decir, a medida que interaccionamos cada vez más con contenidos similares (por ejemplo: vídeos de cocinas, carreras de coches, escenas de películas, frases…), cada vez más veremos contenidos sobre esas temáticas.

El algoritmo entiende que es el contenido que te gusta y empieza mostrártelo sin parar. Esto puede afectar a nuestro bienestar emocional por la frustración o el aborrecimiento que puede ocasionar la repetición de contenidos. Puede fomentar la desinformación, ya que al reaccionar de manera continua a contenido con una línea ideológica, el resto de los contenidos serán similares, sesgando así la información y el punto de vista de la realidad, lo que puede conllevar a la manipulación o el condicionamiento de nuestras decisiones, como qué comprar o por quién votar.

En la sociedad, los algoritmos son una fuerza invisible que moldea la economía, la política y la cultura. Actúan como mediadores entre las personas y la información, decidiendo qué contenido tiene más visibilidad. Esto genera desigualdades, como en el caso de los creadores de contenido que luchan por adaptarse a los criterios cambiantes de las plataformas. El algoritmo ha provocado que muchas cuentas pierdan visibilidad, tanto grandes como pequeñas, e incluso que entre cuentas pequeñas no veas el contenido de todos tus seguidores porque solo se te muestra el de aquellos con quien más interactúas. ¿Has decidido tú eso? No, lo ha hecho el algoritmo por ti.

En Instagram hemos pasado de tener un feed donde ver el contenido de las personas que seguimos a tener dos feeds separados: el general y por defecto conocido como “para ti” donde se te recomiendan publicaciones en base al algoritmo y alguna que otra sobre tus seguidos y la sección “siguiendo”, más escondida, donde se encuentran esas publicaciones que postean las personas a las que sigues.

Además, los algoritmos tienen implicaciones éticas. Por ejemplo, los sistemas de inteligencia artificial utilizados en procesos de selección de personal pueden perpetuar prejuicios si no se diseñan y entrenan adecuadamente. En la justicia, los algoritmos que evalúan el riesgo de reincidencia han sido criticados por discriminación racial.

 

Afectación directa al periodismo de calidad

Otro ámbito en el que el algoritmo está causando estragos es en el periodismo, que tienen que competir contra Google Discover, una herramienta que muestra contenido personalizado a los usuarios según sus intereses. En lugar de que la persona busque algo específico, Google Discover le sugiere artículos, noticias, videos y otro contenido relacionado con temas que le interesan, basándose en su historial de navegación, búsquedas anteriores y otros datos.

Por ejemplo, si sueles buscar sobre deportes o tecnología, Google Discover te mostrará noticias o novedades de esos temas automáticamente, sin que tengas que buscar. Por lo que los medios, para mantener su visibilidad deben preparar contenido específico que alimente este algoritmo.

Los medios deben competir más que nunca para aparecer en Google Discover. Esto lleva a muchos a optimizar sus titulares y contenido para llamar la atención, a veces priorizando la viralidad sobre la calidad o profundidad de las noticias. Genera frustración en las redacciones al ser conscientes de que el contenido viral y que sustenta el negocio es este tan banal y alejado de la esencia del arte del periodismo.

Al depender de Google Discover, los medios no controlan completamente cómo y cuándo llegan los lectores a su página. Si Discover deja de mostrar su contenido, pueden perder una gran cantidad de visitas.

En cuanto a los lectores, se acostumbran a recibir contenido personalizado, lo que puede reducir su interés por explorar diferentes perspectivas o temas fuera de su «burbuja», limitando el alcance de historias importantes a nivel local, nacional y global, pero menos populares.

 

¿Podemos desprendernos de la imposición del algoritmo?

La tiranía del algoritmo no es inevitable. Como usuarios, podemos tomar medidas para reducir su impacto, como diversificar nuestras fuentes de información y ser críticos con el contenido que consumimos. Otra opción que algunas personas realizan es la de adentrarte en las secciones de “explora” de las plataformas y reaccionar a contenido que no se ajusta tanto a lo que consumes habitualmente para poder direccionar el contenido que quieres que se te muestre.

Por otro lado, los desarrolladores y reguladores tienen la responsabilidad de crear algoritmos éticos, transparentes y equitativos.

En resumen, los algoritmos son herramientas poderosas que transforman nuestra vida y sociedad. Comprender su función e impacto es clave para usarlos de manera responsable y evitar que se conviertan en una fuerza opresiva.