En el artículo anterior, desgranamos algunas pautas para mantener una buena comunicación política. Enumerando herramientas y aprovechando el uso que nos proporcionan las redes sociales para llegar a un mayor número de personas. No obstante, al igual que una buena comunicación política sirve para destacar nuestros ideales y programas electorales, saber comunicar también puede tener un efecto malicioso, como es construir mensajes negativos o apoyar creencias que carecen de fundamente lógico y científico con el fin de desacreditar al adversario.

En estos casos, la comunicación política intenta encontrar adeptos en los colectivos reaccionarios a las políticas actuales, que no están conformes con el proceder de las sociedades y buscan cambios revolucionarios. Encontramos dos grandes campos que dividen a la gente: la discriminación y el auge de las tendencias negacionistas.

 

Fomento de la discriminación

La comunicación política involucrada en la propagación de mensajes de odio a menudo se centra en la agitación de los prejuicios y el discurso de la «otredad«. A menudo se usa la retórica (uso de la palabra para persuadir a los oyentes de un punto de vista en particular) para atacar y discriminar a grupos minoritarios, como los inmigrantes, los musulmanes, los colectivos LGTBI, etc. Esto puede incluir el uso de estereotipos negativos, la descalificación de la identidad de un grupo, la exageración de los peligros que supuestamente representan y la promoción de la desigualdad. Esta retórica de odio puede ser transmitida a través de discursos, mítines, anuncios de televisión y redes sociales y muchas veces es amplificada por otros partidarios políticos o los medios de comunicación, lo que contribuye a la propagación.

 

Por qué surgen los mensajes de odio

Estar en contra de colectivos minoritarios surge como una forma de expresar el miedo y el resentimiento hacia aquellos que son diferentes y, muchas veces, por tener la libertad y el valor de mostrarse tal y como son. Esta actitud es promovida por líderes políticos, quienes buscan capitalizar el miedo y la frustración de la población para ganar votos y obtener el poder, movilizando a aquellos grupos más conservadores que se oponen a estos colectivos y provocar un ruido mayor.

Así pues, se difunden las ideas erróneas de que los inmigrantes reciben más ayudas que los locales, que ciertas religiones se relacionan con el terrorismo o que el colectivo LGTBI transmiten enfermedades y va en contra de los designios de Dios, entre otros mensajes típicos.

 

Apoyando corrientes negacionistas

La comunicación política es uno de los principales mecanismos que permite al negacionismo proliferar. Esto se debe a que permite a los políticos difundir información parcial o inexacta, o incluso información falsa, para manipular a la opinión pública que, además, puede ser replicada por los medios de comunicación para promover una determinada agenda política.  En estos casos, da igual que el discurso sea cierto o no, ya que es solo una herramienta que sirve para sembrar la duda sobre lo asentado cultural y científicamente. Sembrar la duda es suficiente para generar debate y provocar reacciones negativas.

Los negacionistas suelen fundamentar sus teorías en la idea de que los científicos están tratando de manipular a la gente con información falsa para hacerlos creer cosas que no son ciertas. Esto incluye afirmaciones como que el calentamiento global es una invención de los científicos, o que la pandemia de COVID-19 es una conspiración de los gobiernos para controlar a la gente. También suelen usar pruebas aisladas, citas fuera de contexto y otros trucos para tratar de refutar la ciencia establecida y sostener sus propias teorías. Esto puede llevar a la polarización política y a la división social.

 

Spoiler: muchos se han topado de bruces con la realidad a la hora de intentar verificar sus ideas erróneas

 

Cuál es el rédito para los líderes políticos

Ganar apoyo de un sector de la población al promover mensajes de odio y corrientes negacionistas que son muy populares entre aquellos que comparten los mismos puntos de vista y pueden ser usados como una forma de reforzar los propios argumentos políticos. Además, de atraer la atención de la prensa y a aumentar su influencia en la opinión pública.

 

Ante esto, la labor de los medios de comunicación es la de actuar como filtro siendo responsables al informar y verificar la información que difunden, en lugar de darle voz. Por otra parte, los ciudadanos también deben buscar información en las fuentes confiables y oficiales y ser críticos con la información que reciben.