El Día Mundial de la Ética (15 de octubre) es una fecha que invita a reflexionar sobre los principios que orientan nuestra conducta en distintos ámbitos profesionales y sociales. En este contexto, la ética periodística adquiere un papel esencial, ya que el periodismo es una de las actividades con mayor impacto en la opinión pública, la democracia y la vida ciudadana.

 

¿Qué entendemos por ética periodística?

La ética periodística se refiere al conjunto de normas, principios y valores que deben guiar la labor de los profesionales de la comunicación. Más allá de informar, el periodismo tiene la responsabilidad de hacerlo con veracidad, independencia y respeto por los derechos de las personas. Su misión no es solo transmitir datos, sino también construir confianza en la sociedad.

Entre los valores fundamentales de la ética periodística destacan:

  • Veracidad y precisión: ofrecer información contrastada, sin tergiversaciones.
  • Independencia: evitar presiones políticas, económicas o personales que condicionen el relato.
  • Responsabilidad social: comprender el impacto que una noticia puede tener en la vida de las personas y en la comunidad.
  • Respeto a la intimidad y dignidad humana: especialmente en casos de violencia de género, sucesos o situaciones sensibles.
  • Pluralidad e imparcialidad: dar cabida a diversas voces y puntos de vista.

 

Los fallos más frecuentes contra la ética periodística

Aunque la ética periodística marca un camino claro, no siempre se cumple en la práctica. La presión por la inmediatez, los intereses económicos o las dinámicas de la era digital han propiciado que en muchas ocasiones los medios y profesionales incurran en errores que deterioran la credibilidad de la profesión.

  1. Sensacionalismo y amarillismo: Una de las faltas más comunes es priorizar titulares llamativos o imágenes impactantes por encima de la veracidad o la sensibilidad hacia las víctimas. Este tipo de prácticas buscan atraer audiencia, pero terminan desvirtuando el sentido del periodismo como servicio público.
  2. Difusión de información sin contrastar: La rapidez con la que circulan las noticias en la actualidad lleva a publicar datos sin confirmar. El resultado: rumores y bulos presentados como hechos, lo que erosiona la confianza de la ciudadanía.
  3. Confusión entre información y opinión: La línea que separa información objetiva de opinión personal suele desdibujarse. Cuando no se diferencia claramente, se corre el riesgo de influir ideológicamente al lector, vulnerando su derecho a recibir información imparcial.
  4. Dependencia de intereses económicos y políticos: Publicidad encubierta, acuerdos con empresas o presiones políticas pueden condicionar qué se publica y cómo se publica. Esto supone una pérdida de independencia y convierte al periodismo en un altavoz de intereses privados. Profundizaremos más en este punto a continuación.
  5. Vulneración de la intimidad y la dignidad: En sucesos, catástrofes o casos de violencia, algunos medios recurren a imágenes explícitas, entrevistas invasivas o difusión de datos personales que atentan contra la dignidad y el respeto hacia las personas afectadas.
  6. Uso de estereotipos y lenguaje discriminatorio: El periodismo también incurre en fallos al reproducir estigmas de género, raza, clase o colectivos vulnerables. Un lenguaje no inclusivo o la perpetuación de prejuicios dañan tanto a la sociedad como a la profesión.

 

Uno de los fallos más graves en los que puede incurrir el periodismo es la pérdida de independencia frente a presiones externas, es decir, lo que comentábamos en el apartado anterior sobre la dependencia de intereses económico y políticos. En la sociedad actual, este problema no es aislado: es bastante común y tiene múltiples formas de manifestarse.

Por un lado, los intereses económicos influyen cuando la publicidad o los acuerdos con grandes empresas condicionan qué temas reciben cobertura y cómo se narran. En algunos casos, se silencian informaciones que podrían perjudicar a un anunciante o se presentan de manera edulcorada, restando al periodismo su función crítica. Esta práctica genera lo que se conoce como publicidad encubierta, que engaña al lector al presentarse como noticia cuando en realidad es un contenido pagado.

Por otro lado, los intereses políticos operan cuando los medios actúan como altavoces de determinadas ideologías, partidos o gobiernos, priorizando la cercanía con el poder antes que la veracidad. Esto puede provocar un periodismo polarizado que divide a la sociedad y reduce el acceso de la ciudadanía a información plural y equilibrada. En contextos de alta polarización, los medios dejan de ser espacios de reflexión colectiva para convertirse en herramientas de confrontación.

La concentración de medios en manos de grandes grupos empresariales, la crisis del modelo económico de la prensa tradicional y la búsqueda de ingresos en un ecosistema digital cada vez más competitivo han incrementado la vulnerabilidad del periodismo frente a estas presiones.

Este hecho no solo afecta a la profesión, sino también a la sociedad en su conjunto:

  • Debilita la democracia, al impedir un debate informado y plural.
  • Genera desconfianza en los medios, alimentando la idea de que «todos responden a intereses ocultos».
  • Aumenta la desinformación, al priorizar agendas privadas sobre el interés general.

 

¿Cómo se podría evitar?

Existen varias estrategias para reducir esta dependencia:

  • Transparencia: que los medios informen claramente sobre quién financia sus contenidos y si un texto responde a intereses comerciales.
  • Diversificación de ingresos: apostar por modelos de suscripción, crowdfunding o periodismo independiente que no dependan exclusivamente de grandes anunciantes o partidos.
  • Fortalecer códigos deontológicos: aplicar sanciones internas cuando un periodista o medio incurra en prácticas que comprometan la independencia.
  • Educación mediática: formar a la ciudadanía para que identifique contenidos manipulados o con intereses ocultos.
  • Apoyo a medios públicos independientes: siempre que existan mecanismos que garanticen su neutralidad y transparencia, pueden ser un contrapeso frente a la concentración mediática privada.

 

La importancia de la ética en el periodismo

En la era digital, donde la inmediatez prima y las fake news circulan con rapidez, la ética periodística se convierte en una herramienta esencial para combatir la desinformación. Los periodistas son garantes del derecho a la información de la ciudadanía, un pilar democrático recogido en la Constitución Española (artículo 20) y en normas internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (artículo 19).

La confianza en los medios depende en gran medida de la percepción ética de su trabajo. Informar con rigor fortalece el vínculo con la sociedad y legitima la profesión frente a la desinformación masiva que prolifera en redes sociales y plataformas digitales.

 

Códigos y referencias internacionales

Existen múltiples marcos de referencia que orientan la práctica ética del periodismo:

Estos documentos sirven como guías para resolver dilemas profesionales y mantener el equilibrio entre el derecho a informar y los derechos de los ciudadanos a la intimidad, la veracidad y el respeto.

 

La ética periodística no es opcional, sino un compromiso diario con la verdad, la transparencia y la responsabilidad social. En un mundo cada vez más interconectado, donde la información se convierte en poder, mantener firmes los principios éticos es la mejor manera de asegurar un periodismo libre, honesto y al servicio de la ciudadanía.